2ª SEMANA DA RADIO

lunes, 17 de febrero de 2014

Rosalía de Castro: Cantares Galegos

Cantares Gallegos es una obra poética de Rosalía de Castro (1837-1885) publicada en 1863, en Vigo
Primeira edición
Fue el marido de Rosalía, Manuel Murguía, quien gestionó, sin el permiso de su mujer, la publicación de este poemario que fija el comienzo de una nueva etapa para la poesía gallega.
En el prólogo, la autora confiesa su idea de desarrollar las cantigas populares gallegas emulando el Libro de los cantares de Antonio Trueba, pues su quehacer poético está constituido por glosas de cantares o dichos populares. Así pues, todos los poemas, excepto dos (Campanas de Bastabales y Como chove Miúdiño), son glosas de cantares, procedimiento este que también aparecerá, aunque con poca relevancia, en Follas Novas. Algunas glosas están escritas en metros populares ("Miña casiña"; "Vivir para ver"; "¡Padrón...!, ¡Padrón!"...) y otras no ("Cada cousa no seu tempo"; "Eu por vos"...).

Todos los críticos consideran que Cantares Gallegos supera los riesgos de la paráfrasis, manteniendo el encanto de la copla glosada sin convertirse en un texto inexpresivo.

Composición.
El libro esta enmarcado entre los poemas 1 y 36, que son prólogo y epílogo. Rosalía los pone en boca de una alegre muchacha campesina que es solicitada para que cante a Galicia en lengua gallega, y al final se excusan modestamente por la falta de gracia de su canción. Rosalía cede la palabra a esta muchacha cantora la cede a su vez a distintos tipos populares de los que se pueden distinguir hasta 3 yoes superpuestos: el yo del personaje que hable, el de la muchacha cantora y el yo de Rosalía.
El tema amoroso puede desarrollarse mediante el dialogo del galán y la niña, y así ocurre en los poemas 4, 26 y 27. También son diálogos, pero no de amor los números 3 y 5. Hay un grupo de poemas de costumbres, humos y sátira que aveces son claramente monologados, y otras pueden ser considerados como expresión directa de la autora o de su pálida intermediaria. Formamos este grupo con los números, 6, 7, 8, 13, 16, 20, 21, 24, 30, 32 y 34. Importancia capital para la significación del libro tiene unos poemas de carácter social, números, 15, 17, 18, 28 y 29 puestos en boca de diversos personajes distintos de Rosalía, excepto el 28 donde Rosalía responde sin disfraz alguno a Ruiz Aguilera. La "Alborada", 35, único poema que no se apoya en letra alguna, resulta por eso extraño a la economía de los cantares. No supone ningún yo ficticio como soporte vocal. Parece no estar regido por ninguna razón estructural.

Métrica.
En los cantares hallamos manifestaciones de dos sistemas métricos distintos: el puramente rítmico, basado en la acentuación y el fundado en el cuento de las sílabas. Pertenecen en principio al primero los composiciones números, 1, 27, 30, 32, que utilizan el verso llamado de muñeira. Dentro del sistema de sílabas contadas dominan las formas populares de arte menor: romances de versos de 8, 7, 6 y 5 sílabas; cantar popular; triadas y seguidillas.

Lengua.
La lengua gallega había dejado de ser una lengua literaria y se había reducido al uso oral. En los documentos oficiales también había ido dejando de emplearse, no por imposición del castellano como lengua oficial, sino como consecuencia de la invasión del país por la nobleza forastera. Con la intervención de la potestad real para poner fin a las luchas feudales, se acentúa la presencia en Galicia de autoridades y escribanos castellanos. El idioma que tenían a su disposición los iniciadores del Renacimiento romántico era una lengua dialectal empobrecida. En esa lengua, escribió Rosalía es una lengua viva pero no pura, influida por el castellano.

Intención.
Los cantares gallegos no fueron escritos con una finalidad puramente estética ni siquiera son producto de una mera actitud sentimental o nostalgia ante el país nativo. La intención que persigue la autora es la apología de su tierra y de su lengua. Se propone demostrar, que el paisaje y las costumbres de Galicia son encantadores y que su idioma no es el que groseramente parodian.
  
Critica.
La crítica, española y extranjera, ha aceptado unánimemente los Cantares como una obra maestra. Las reservas que en determinados momentos suscitaron Follas novas y En las orillas del Sar, o el olvido en que fueron envueltas las novelas de nuestra escritora no alcanzaron nunca a la obra que estamos estudiando.
Si los cantares adquirieron enseguida, y mantuvieron siempre su posición de libro clásico dentro de la literatura gallega, no es menos cierto que la evolución de las ideas literarias acabó por invertir, el orden de valoración de las obras de Rosalía, colocando su lírica subjetiva en un plano de interés más elevado y alejando los Cantares de la atención crítica. Los Cantares se incuban en el clima del realismo naciente, aún no desprendido de un cierto realismo romántico. Este clima persistió en la literatura gallega hasta el final de la primera guerra mundial. Rosalía proyectaba sus cantares gallegos como el reflejo poetizo de su tierra. El libro nos presenta con gran riqueza la vida aldeana, que Rosalía conocía muy bien. Los cantares no son fundamentalmente lírica sino más bien épica, una epopeya popular de ambiente, con héroes populares individuales que reflejan diversas facetas del héroe que es le Galicia campesina. Se trata de una épica democrática, de la que esta proscrita la clase señorial.

I
Has de cantar,
meniña gaitera;
has de cantar,
que me morro de pena.
Canta, meniña,
na beira da fonte;
canta,daréiche
boliños do pote.
Canta, meniña,
con brando compás,
daréiche unha proia
da pedra do lar.
Papiñas con leite
tamén che daréi;
sopiñas con viño,
torrexas con mel.
Patacas asadas
con sal e vinagre,
que saben a noces.
¡Que ricas que saben!
¡Que feira, rapaza,
si cantas faremos...!
Festiña por fora,
festiña por dentro.
Canta, si queres,
rapaza do demo;
canta, si queres;
daréiche un mantelo.
Canta, si queres,
na lengua que eu falo.
Daréiche un mantelo.
Daréiche un refaixo.
Co son da gaitiña,
co son da pandeira,
che pido que cantes,
rapaza morena.
Co son da gaitiña,
co son do tambor,
che pido que cantes,
meniña, por Dios.
II
Así mo pediron
na beira do mar,
ó pe das ondiñas
que veñen e van.
Así mo pediron
na beira do rio
que corre antre as herbas
do campo frorido.
Cantaban os grilos,
os galos cantaban,
o vento antre as foias
runxindo pasaba.
Campaban os prados,
Manaban as fontes
antre herbas e viñas,
figueiras e robres.
Tocaban as gaitas.
Ó son das pandeiras
bailaban os mozos
cas mozas modestas.
¡Qué cofias tan brancas!
¡Qué panos con freco!
¡Qué dengues de grana!
¡Qué sintas! ¡Que adresos!
¡Qué ricos mandiles!
¡Qué verdes refaixos!
¡Qué feitos xustillos
de cor colorado!
Tan vivos color